Confesiones de un Gay

El hombre del cristal

La vida esta llena de casos y cosas curiosas. Andaba yo ayer lunes por la calle, ensimismado, pensando en mis cosas (aunque me maten si ahora puedo recordar en que estaba yo pensando en ese momento), cuando me cruce con un par de tipos que llevaban un enorme cristal a cuestas. El cristal debía medir sus buenos metro y medio por metro más o menos (a ojo claro), a mi me parecía enorme y lo transportaban con esas ventosas dobles que te hacen temer que el vidrio se deslice y se parta en cualquier momento.

Si me fije en ellos, es porque iban vestidos con esos pantalones con petos azules que tan bien les quedan a algunos con una camiseta blanca ajustada debajo que muestra poco pero insinua mucho. La camiseta marca los pectorales y el pantalon con los tirantes marca el culo de una forma increible (tira del pantalón arriba y practicamente ocmo no te vaya muy holgado se te mete dentro). El primero de ellos, bueno, no tenía nada especial, en cambio el segundo era como para comerselo y no dejar una migaja. Más por costumbre que por otra cosa (morbo añadido), me lo quede mirando a medida que lo iba rebasando (tan despacio como pude ralentizarme) y él, a su vez, se me quedo mirando, algo que suele suceder, no porque yo sea especialmente atractivo ni que este buenorro, sino, creo yo, más como respuesta a mi mirada, porque intento a la par que miro con cierto desparpajo, insinuar una sonrisa (que no sale siempre que quiere).

Una vez que me sobrepasó (que nos cruzamos, mirada incluida), ande un par de metros y me gire a ver si el hacía lo mismo (señal inequivoca) y ¡voila! A pesar de seguir caminando con un cristal en la mano (¡que peligro!) me estaba mirando. Sólo fueron unos instantes, pero fue suficiente para que servidor, cambiara de sentido en mi caminar y le siguiera, como si yo fuera un ratoncillo atrapado por la melodía del flautista.

El resto debería ser historia, pero no me resisto a contarlo. Se metieron en un portal y yo me quede esperando abajo, justo enfrente a ver si había suerte. Un plazo de unos minutos deberían bastar para saber si existe posibilidad. No es que el chaval no quiera, a veces, a mi me ocurre, es que no puedo. Tengo una cita importante, alguien me espera y no puedo entrenerme….

Cruce los dedos y espere, pasaron esos minutos y yo ya pensaba que nada, que no quería o no había podido despegarse de su compañero (o de su trabajo). Mi sorpresa fue grande cuando lo vi aparecer en el portal ¿hace falta añadir que solo? Y me miro levemente, no mantuvo la mirada, de nuevo apenas fueron unos segundos.

Suficientes para mi.

Echo a andar y yo le segui cual perrito faldero… acercandome poco a poco a él. ¿Alguno de ustedes ha practicado el ligue en la calle? Pararse en algún escaparte, dejar que te soprepase, mirarle de reojo y seguir el juego… pues eso mismo esperaba yo pero nada, el tio de mete directamente en un salón de esos de máquinas juego (de juego juego). Un minuto paseando y directo a los labavos y yo detrás de él…. Primero en los urinarios (había una persona) y en cuanto el invitado de piedrea se fue, mi amigo el cristalero se metió en un lavabo y dejo la puerta entornada.

Fue sexo ligth, tenía prisa y se notaba. Fue intenso, estabamos ambos calientes y ambos lo percibimos claramente en nuestras manos (hambre de hombre se llama). Mi pantalón se fue al suelo (menos mal que el suelo estaba impecable), yo le meti directamente mis manos por su peto (son geniales por los botones que tienen a los lados). Apenas unos manoseos, un poco de sexo oral y si me descuido se corre en mi boca de lo rápido que fue… eso si, el chaval fue lo suficientemente atento como para no parar y dejarme a medias (cosa que agradecí infinito). Me sorprendió (en este tipo de situaciones) porque yo no esperaba mucho más (sobre todo cuando el ardor ha descendido muchos grados) y en cambio cuando nos subimos los pantalones, él se pasó los tirantes de aquel gracioso peto por los hombros, me abrazo en silencio y me besó en los labios (morreó, para ser más exacto).

Cuando se separó de mi (yo estaba en la gloria en ese momento), me dijo:

-Ha sido bueno.

Sonrió, me dijo adios, abrió la puerta y desapareció. Yo espere unos segundos antes de salir, no porque me importe que alguien se de cuenta, sino para recuperar un poco la compostura, tomar aire, relajarme un poco….

Cuando llegue a casa de mi madre, esta me miró, más o menos como siempre y me dijo:

--Tienes una mirada brillante en los ojos.

Mejor no decirle lo que había sucedido. Si me llega a preguntar con quien había estado no habría sabido ni decirle su nombre. Pero no importa. La vida es divertida cuando menos te lo esperas. A veces, incluso, con un leve toque genial.

Un beso hermosos y hermosas.

Escrito por Izann a las 22 de Junio 2004 a las 05:28 PM