Me levanto esta mañana escuchando la disponibilidad de ver una película en internet sobre el asesinato en vivo y en directo de Nick Berg, un chaval que parece estaba trabajando en Irak.
No quiero hablar aquí de las atroces tropelías que todos han cometido y siguen cometiendo. La espiral de violencia es tan sólo, según entiendo, la continuación de violaciones en las décadas anteriores por parte de unos contra otros.
El escalón repugnante es la capacidad de que los asesinos puedan difundir esas imágenes en Internet. Tampoco quiero ser hipócrita y rasgarme las vestiduras por el hecho de que exista esa disponibilidad. Yo defenderé esa libertad porque entiendo que eso en el fondo nos beneficia, aunque la malévola utilización de una gran herramienta como es Internet no debe sorprendernos, ya que todo (y perdonen la expresión un poco manida) tiene su reverso infame.
No, no he visto esas imágenes, sólo alguna foto que han servido los medios, si alguna vez llega a mis manos dudo de que le de al play. No por ver una muerte en directo, sino porque estaré haciendo lo que los violentos desean que haga y voy a negarme en redondo. Como no quiero ver películas de las también vomitivas humillaciones que los ejércitos invasores están cometiendo en Irak.
Estamos enfermos de violencia, de odio, de miedo. Imagino (de forma desesperanzada) el horror de los irakies cuando han visto las fotos de las humillaciones de sus amigos o familiares presos de la Coalición. Imagino (que no quiero) la furia de los asesinos de Nick para ser capaces de realizar semejante acción de forma tan fría. Imagino (desesperadamente) el horror y la furia de las personas que amaban a Nick. Imagino (horrorizado) por la espiral de violencia que se asemeja como dos gotas de agua a lo que sucede en Israel.
Estoy harto de los pistoleros que creen que todo se arregla a base de violencia.
Dan ganas de aislarse pero sé que eso tampoco es una solución. También a mi me están esperando en una estación anónima, en cualquier esquina para pegarme una paliza, quizá matarme tan sólo porque soy diferente de ellos y esos salvajes interpretan esa situación como una amenaza (¿contra su propia sexualidad?).
Llegas a la conclusión de que somos unos bichos violentos y que hay que vivir con ello. Pero yo, con toda mi energía, me niego.
Un beso hermosos y hermosas.
(viene del Post anterior)
Llegamos a su casa y tenía razón, nada complicado de llegar pero sin su ayuda no llego. Una de esas urbanizaciones de casas adosadas en las que te pierdes, calles y más calles y todas te parecen iguales. Yo creo que los arquitectos que hacen esas casas no tienen imaginación (o no les pagan para tenerla), con lo poco que costaría hacer las casa diferentes de unas a las otras, cambiar pequeños detalles que hagan de cada calle un mundo especial y diferente. No digo que todas las casas sean diferentes, pero al menos si de calle en calle. Incluso hasta las mismas calles tienen esa falta de creatividad, todas dibujadas a compás.
A lo que iba. Agustín metió su coche en el garaje y yo lo deje aparcado justo en la puerta. La casas (a pesar de mi critica anterior) eran bonitas. Por dentro, al menos ésta, estaba decorada con una sencillez casi espartana pero (y soy un lego en la materia) con mucho estilo. Y para que andarnos con chiquitas, subimos al dormitorio y nos liamos. La habitación era enorme, las tres paredes tenían sendas puertas dobles de cristal que daban al exterior (la puerta de entrada, el cabezal de la cama y la puerta del lavabo están en la cuarta pared, ósea la interior), aunque con cortinas que nos tapaban de miradas indiscretas.
Menos follar hicimos de todo. Agutín tiene una de esas pollas enormes, divertidas pero que a mi me dan miedo, así que paso de paseos escatológicos (permítanme la licencia) por mi dulce culito (no sé si es dulce, pero a la gente que lo prueba, le suele gustar). Y aunque yo hice un par de discretos intentos, el tampoco estaba por la labor de que le hiciera una visita de cortesía a sus entrañas. Pero no estuvo mal, no soy de aquellos que si no follan o son penetrados ya maldicen y adjetivan de desgraciado el polvo.
Total, que ya despuntaba el día cuando nos quedamos dormidos entre las sabanas (un poco sucias (todo hay que decirlo). A veces pienso que somos como los vampiros, solemos vivir y gozar de noche y el día es un simple dormitar o periodo fantasmal que se desvanece con las primeras sombras, cuando el sol marchito se retira vencido.
Ayer que era cuando sucedió me hizo mucha gracia, pero ahora mismo no sé si me quede un poco alelado con el asunto. Ahora aquellos que leen esto se preguntaran, y con razón donde esta el asunto que haga de esto una película. Porque el polvo estuvo bien, pero tampoco como para pedirle en matrimonio, ni siquiera (si mucho me fuerzan a ello) como para pedirle el teléfono y hagamos como las natillas ¡repetimos!
Bueno, pues fue lo que ocurrió a continuación lo que me encantó (y si, ahora es cuando soltarán aquello eres un peliculero de la hostia).
Nos quedamos dormidos, pero yo me desperté al cabo de muy poco tiempo. No puedo dormir con luz, no estoy acostumbrado. Agustín dormía placidamente a mi lado. Y yo me canse de esperar allí, así que pensé en levantarme y ducharme, cuando salí, Agustín seguía dormido, así que baje a la cocina y me tome un poco de leche (si, la olí antes). Y en esas que me dio el telele. La casa estaba en silencio, su amo y señor dormía y yo allí más aburrido que un ocho. O le despertaba en busca de más sexo (que no me apetecía) o me largaba. Así que volví a la habitación, me vestí, di un último vistazo y tranquilamente le largue. Mientras lo hacía estuve pensando en algunas pelis en las que él o la protagonista hacen exactamente eso. La cartera de Agustín estaba junto a su ropa, podía haberle robado, haberme llevado cualquier cosa de su casa, el seguía arrebujado entre las mantas, y el sol empezaba a entrar ya. Me lo quede mirando un rato allí de pie en su habitación, mire todos los pequeños detalles de la habitación y sin hacer ruido salí y cerré la puerta de la habitación. Volví a bajar y salí al jardín. Me senté al volante y desaparecí de su casa, de su calle y de su vida.
Es la primera vez que me ocurre. Cuando Agustín se despierte pensará que he sido un simple sueño (uno más, no nos engañemos), una visita fantasmal. Por unos momentos dudé en dejarle una nota, pero hubiera sido absurdo, hubiera roto la magia del encuentro. Supongo que mirará en su cartera pensando mal de mi, hasta que se tranquilice y vea que todo esta en su sitio.
Ahora que lo pienso hubiera sido bonito ver desaparecer así a Marcos (¡mierda! Ya estoy de nuevo pensando en Marcos), al menos no me hubiera dado el disgusto de la mañana.
Visto ahora quizá eso les ocurre a todos, pero a mi es la primera vez y ha sido curioso y divertido. Salir de la vida de alguien así, de puntillas, desaparecer como la niebla se desvanece con los primeros rayos de sol. Como los duendecillos del bosque. Incluso ya he pensado la frase que le diré si me lo encuentro otra noche: ¡Tío! ¡Qué casa tienes!
Un beso hermosos (y hermosas)
Es curioso como una noche de la que no esperas nada, o a lo sumo tan sólo un poco de sexo, puede transformarse en una experiencia divertida. Uno tiene sus fantasías, como todos, pero aunque esa situación la había visto, calcada, en algunas películas, nunca pensé que eso me ocurriera a mi. Finalmente no se si me deje llevar por mi sentido peliculero o si mi fantasía tomo el control de la situación. En cualquier caso eso no tiene importancia.
Visto el poco ánimo de estos días, decidí salir a airear un poco mis bajos (algo oxidados). Nada como un poco de sexo para olvidar penas. Así que tras la cena, me duche, me atuse y sin una gota de colonia (nada como el olor natural, a limpio), salí a dar una vuelta por los locales de perdición y vicio.
Un par de bares y unas copas más tarde, me encontré en uno cualquiera de ellos, la verdad es que al final acabas siempre en los mismos. A veces tengo la sensación de que los locales son como los aeropuertos, todos son diferentes y sin embargo son calcados, conoces uno y los conoces todos, sabes moverte por ellos casi con los ojos cerrados (algo que va muy bien dada la habitual falta de luz). Tarde bastante en ligar, pero bueno tampoco es algo excesivamente grave. Es curioso como a veces todo va sobre ruedas, como si te llevaran en volandas y en cambio otras parece que caminas descalzo sobre cristales, cada paso es como una herida sangrante.
Él era un tío de esa edad indefinida, guapo, pelo negro (menos mal) aparentemente algo más joven de los treinta. Por alguna extraña razón no me decidí hasta pasado un buen rato. Charlaba con unos amigos y de vez en cuando me miraba y sonreía, una mirada larga (nada que ver con esas miradas inseguras, rápidas y nerviosas) y unos labios muy insinuantes, pero yo hacía como que no me daba cuenta. Fue él quien, finalmente, se acercó y me preguntó si era de extranjero. ¡Uff! Mi aspecto es latino pero bueno, se entiende que uno quiera iniciar una conversación con cualquier excusa. Yo mismo lo he hecho como unas cientos de miles de veces (si, ya sé que exagero).
Al cabo de un buen rato de charla, que en este caso no fue intrascendente, pues estuvimos hablando de política y de los últimos acontecimientos, me invito a ir a su casa. Ese suele ser siempre un momento delicado. Suelo valorar si es mejor ir a mi casa (y todos los problemas que eso me puede traer) o mejor ir a su casa (y todos los peligros a los que me arriesgo). Tengo algunos amigos que ni se lo piensan, yo por desgracia si suelo hacerlo.
Supongo que su aspecto, su conversación y sus maneras me convencieron lo suficiente como para aceptar su invitación. Debo decir, para ser sincero que ya habíamos tenido un pequeño escarceo entre copa y copa y las promesas que su ropa ocultaba eran una garantía de una buena noche, o al menos de un buena rato.
El único problema es que vivía en las afueras así que, como una mera precaución, pensé en coger mi propio coche para desplazarme hasta allí. Salimos juntos y quedamos en ir uno tras el otro para no perderme.
Continuara (en el próximo post que debo salir pitando ahora mismo, y aunque eso ya lo sabía, como hace varios días que no escribo, ni tampoco leo, mis disculpas por ello, pensé que era mejor escribir algo antes de que se empiece a difuminar).
Sólo como comentario al post de Ataques Skins a Gays. Ayer ocurrió que algunos salvajes atacaron al director y al actor de una obra polémica (según ellos). La noticia (por televisión) incluía que los espectadores fueron los que protegieron (defendieron, impidieron mayores males) a las victimas.
Yo me quejaba de que la gente en la estación no ayudo en nada y en cambio aquí el civismo, la responsabilidad pudo más que el miedo.
Entiendo que quizá no son ejemplos comparables, aún así, son ejemplos que deben cundir entre todos nosotros.
Un beso hermosos (y hermosas)
Como algunos podrán imaginar el viernes salí en busca de Marcos, por el título del Post, ya habrán podido intuir que no apareció. La cuestión quizá no era tanto si habría una segunda parte a aquella noche de locura ,como la mucho más simple: si el chaval sería capaz de aparecer por la misma disco.
No, no apareció. Tampoco estuve toda la noche allí, me deje caer más o menos a la misma hora y estuve rondando por allí como una hora más o menos. Visto el panorama, y que tampoco había nadie que me hiciera caso (haber tíos buenos a los que les habría hecho maravillas, si que los había, había más o menos como tropecientos mil) decidí tomar las de Villandiego y buscar un local gay donde las cosas fueran sino más sencillas (que nunca lo son), al menos si más claras. Y es que se trata de conformarse con lo que hay. No me voy a amargar fin de semana, tras fin de semana por una tontería así. Hay que ser feliz con lo que tienes y punto.
Aunque estas situaciones te marcan, y este es uno de los clásicos debates que tengo con los amigos. ¿Mejor un polvo anónimo en un cuarto oscuro que ni compromete ni te involucra emocionalmente o mejor correr los riegos de llevártelo a casa, o ir a su casa (para el caso es casi lo mismo) y siempre quedarte más o menos enganchado? Me refiero si las cosas van bien, que a veces, tan sólo cruzar la puerta, pues como que te dices: ¿Qué hago yo aquí con un tío como este?
Esto es lo que se llama una dicotomía frustante. Escojas la que escojas acabas jodido igualmente. Aunque puede que tengas suerte y acabes jodido un poco más tarde.
Yo al menos no soy capaz de separar tanto el sexo de emociones (tampoco voy a llamarlo amor) que te ligan a esa persona a la que te entregas y se entrega, aunque sea unos minutos, unas horas, toda una noche o incluso un largo y sabroso fin de semana. Quizá es que todavía no he aprendido a separarlos, aunque palos, lo que se dice vulgarmente hostias, me he llevado ya unas cuantas por ese motivo. Sólo sé que, la diferencia entre sexo y la otra cosa, es algo parecido a hacerse una paja a pegar un polvazo como tiene que ser.
Tampoco es cuestión de quejarse, Que cualquier hijo de vecino, sea hetero, gay o lo que le de la gana, pasa por la misma parrilla de fuego lento.
A lo que iba. Que me ligue un tío que no estaba mal, pero vamos que ni de lejos se parecía a Marcos. Y como no estaba yo para muchas emociones, naaa que lo hicimos en el cuarto oscuro, una tontería que acabo en corrida, Tuvo su emoción y el tío ya me dijo al acabar que si me apetecía ir a tomar algo fuera (del cuarto oscuro), para supongo intentar alargar el rollete en su casa o en la mía y fue mi turno de soltar la consabida (y vulgar) excusa y largarme de allí lo más rápido que pude.
Así que aquí estoy, pasando lo que resta de un fin de semana un poco agónico, cometiendo las mismas tonterías que luego yo critico, y tan sólo porque reconozco que estoy frustrado y porque me he quedado colgado de un tío que ni siquiera reconoce que es gay, que no conozco de nada, que no se ni donde vive, y que quizá no vea nunca más (o cuando lo vea me importe un pimiento).
Resumiendo: Un panorama como para echar a correr y no parar por lo estúpido que llego a ser. Y si, reconozco que estoy un poco negativo.
Por cierto ayer intente poner un banner y se me desmadro el tamaño de las letras (juro que esa parte no la toque). Lo impensable es que puse de nuevo lo anterior, borre la parte del banner y sigue saliendo erre que erre (guarde y reconstruir). Esto se parece cada día más a las relaciones con las personas. Nunca acabas de borrar los fallos que cometes. Se quedan ahí para hundirte un día y otro y otro..... Resumiendo: Necesito algo de ayuda.
Un beso hermosos y hermosas.